Un tren de despropósitos

Manuel Navas - Entesa per Sabadell

De los datos que públicamente van apareciendo, y por increíble que pueda parecer, todo indica a que la prolongación de la línea de los Ferrocarriles de la Generalitat, sin duda, una de las intervenciones más importantes que se llevarán a cabo en nuestra ciudad durante el siglo XXI, no les ha merecido especial atención a los responsables políticos que gobiernan Sabadell.

Conocían el proyecto desde hace dos años; mantuvieron reuniones con responsables de la Generalitat; dispusieron de la información completa y el tiempo suficiente para estudiarla con detenimiento y presentar mejoras; pudieron darla a conocer a la sociedad civil para implicarla y generar un dinamismo positivo de participación. Nada de eso hicieron. Peor todavía, la escasa, tardía y sesgada información que ahora han dado a determinadas entidades, en la que mezclan relatos idílicos con omisiones interesadas, dista mucho de la realidad.

La incapacidad de respuesta o el seguidísimo demostrado por el Equipo de Gobierno, ante una intervención que modificará la fisonomía de la ciudad, es tan alarmante como incomprensible e inexplicable salvo que, en un gesto de honradez política, reconociesen que la magnitud de la propuesta les ha sobrepasado, les ha venido grande.

Solo así puede entenderse que no hayan planteado objeciones a las lagunas y errores que contiene el proyecto (algunos tan evidentes que claman al cielo), como que en el tramo entre Sant Quirze y Sabadell Estació siga sin soterrarse la vía (sino es ahora ¿cuánto más habrá de esperar? ¿100 años?); o la falta de alternativas para evitar la afectación de viviendas en Gracia (¿cómo es posible conceder licencia de obras para construir inmuebles que serán expropiados y derribados?); o no haber considerado cambiar las desacertadas ubicaciones de las estaciones previstas en el Centre y Creu Alta y Plaça Espanya, incluso el parking del Centre o simplemente, “pasar” de la encajonada situación en la que queda el CIPO, etc.

Nadie en su sano juicio puede estar en contra de prolongar una línea de ferrocarril, como nadie puede estar en contra de las iniciativas que se adopten para fomentar el transporte público. Pero al mismo tiempo, no puede entenderse que un proyecto de esa trascendencia se realice a espaldas de la sociedad civil que es la destinataria y en definitiva, quien lo paga. En otras palabras, urge crear un marco ciudadano de reflexión para analizar las características de la prolongación del los FGC y las distintas alternativas posibles, en base a las necesidades de nuestra ciudad desde una perspectiva de futuro.

Corresponde dar el paso al Equipo de Gobierno. Si no rectifican a tiempo, si continúan enrocándose en su arrogancia, estarán cometiendo un error histórico imperdonable, cuyos responsables tienen nombres, apellidos y afiliación política.